La ciudadanía “liberal”, se erige básicamente sobre un discurso eufemístico, en donde palabras como “libertad” e “igualdad” –por qué no “fraternidad”- aparecen repetidas casi automáticamente, sin que nosotros, en nuestro rol de ciudadanos, nos planteemos la veracidad –o efectividad- de dichos postulados que a priori parecería que poseen un poder de seducción implacable.
La primera pregunta que surge entonces es la siguiente: ¿Quiénes gozan realmente –en su cabal dimensión- de los beneficios de una ciudadanía que como menciono en el párrafo anterior, se jacta de ser la que otorga “libertad” a los miembros de una sociedad? A dicha pregunta, sigue ineludiblemente otra, referida ésta a la “igualdad”. ¿Existe realmente la igualdad de oportunidades? ¿Es el “Sueño Americano” una constante en la vida de las personas, o es sólo una excepción que el sistema necesita para legitimarse?
Ahora bien, en primer término considero que en un mundo con lo niveles de exclusión social como en el que vivimos, con la pauperización constante de importantes sectores de la población y con una polarización social cada vez más marcada –estamos hablando de una pésima distribución de la riqueza- se torna casi imposible hablar y esbozar con firmeza los preceptos liberales. La ciudadanía “asistida” como la define Bustelo, es entonces, la que mejor se ciñe a nuestra realidad contemporánea. Ésta, resulta consecuente con los sectores más conservadores en lo que al modelo socio-económico respecta, y se trata de un modelo en que la ciudadanía es concebida como de naturaleza civil, en la que los derechos políticos se reducen a “elegir y ser elegido” y en donde obviamente, los derechos sociales no son exigibles.
Como contrapartida, y continuando con las ideas del autor citado, podemos encontrar dentro de su elaboración teórica, a la ciudadanía “emancipada”, que es en pocas palabras, un modelo de ciudadanía socialmente inclusiva; en la que los postulados sociales no son meras declaraciones legislativas –o expresiones de deseo-, sino que por el contrario, los ciudadanos cuentan con los medios para llevar adelante el estilo de vida propuesto por cada sociedad, sin sufrir permanentes vejaciones a sus derechos.
Terminando con este esbozo, considero muy importante tratar los temas “Ciudadanía y Estado” ya que, conocerlos, nos dará las herramientas teóricas indispensables en la lucha que hemos emprendido, tendiente a que a cada individuo, se le reconozcan – ¡y se efectivicen!- todos y cada uno de los derechos que le permitan llevar adelante una vida digna, conforme a los estándares sociales.
Dice Bustelo en torno a la pobreza y la ciudadanía:
"… pobres no son sólo aquellas víctimas, de una u otra forma, de una mala distribución de ingresos y de la riqueza, sino también son aquéllos que sus recursos materiales e inmateriales no les permiten cumplir con las demandas y hábitos sociales que como ciudadanos se les exige. Por eso la pobreza es sobre todo, pobreza de ciudadanía. La pobreza de ciudadanía es aquella situación en la que las personas no pueden obtener las condiciones de vida –material e inmaterial- que les permita desempeñar roles, participar plenamente en la vida económica, política y social y entender los códigos culturales para integrarse como miembros de una sociedad. La pobreza de ciudadanía es no pertenecer a una comunidad en calidad de miembros plenos, y esto es, la exclusión social".
Jerónimo Guerrero Iraola.
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